miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un Cuento de Navidad " Una Navidad Diferente"

 Hola a tod@s. Estamos en plenas Fiestas Navideñas, y muchos de vosotros sabéis que estas navidades son diferentes para mi y mi familia. Empecé el relato el pasado sábado pues la idea llevaba días rondándome por la cabeza. Seguro que se puede mejorar, pero os recuerdo que soy una humilde aprendiz de escritor.  Dedico este relato a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros y especialmente a mi padre, Eduardo.


Sólo me queda deciros¡¡¡ FELICES FIESTAS!!!    Espero que os guste.



     Con la llegada de diciembre, las calles y las plazas de las ciudades se van llenando de luz. En las casas, sus dueños, como todos los años, buscan en el fondo de los polvorientos armarios los adornos, belenes y árboles navideños. El olor a carbón, a empanadillas, pestiños y mantecados se mezcla con el frío aire de un nuevo invierno.
   Y como los ciclos naturales todo se repite, las fiestas al igual que las estaciones van y vienen. En apariencia parecen que siempre son las mismas, pero cada una es única e irrepetible, como cada amanecer y atardecer, no hay dos iguales en su forma de manifestarse.
   En pleno centro urbano externamente todo es normal, pero este año en casa de la familia Fernández algo ha cambiado.
La pequeña Irene mira a su madre con expresión suplicante implorando un deseo.
— No me mires así, que te he dicho que no —, resonó de forma severa la voz de su progenitora.
      Resignada, Irene se marcha a su habitación, pues desde su balcón puede divisar los naranjos, las hermosas fachadas llenas de luces, y en el centro de la plaza el enorme árbol de navidad cobijando bajo sus ramas el nacimiento que tanto le gusta. Tiene tantas ganas de subir al altillo y sacar su arbolito, sus figuritas del belén y sus adornos para decorar su salón… Que al pensar que este año no puede ser, se le forma un nudo en la garganta y las lágrimas se asoman queriendo manchar su hermosa carita redondeada. Para consolarse se acerca hasta su mesilla y coge el retrato de él, su padre, lo abraza con fuerza sobre su pecho, sintiendo un calor reconfortante que la recorre de pies a cabeza. La sensación siempre se repite, es como si él la estuviera abrazando.
El timbre suena, y la voz de su abuela Fali hace que la pequeña reaccione. Sale de su habitación y se asoma por el hueco de la escalera. Su madre, Adela, la está recibiendo.
— ¿Y la niña?— dijo Fali levantando la cabeza para ver si estaba dónde siempre se la encontraba —. Estás ahí. Baja cariño, tengo un regalo para ti.
    Irene dando saltitos de conejo y con una amplia sonrisa baja ilusionada las escaleras. Se abraza a su abuela y ésta le da uno de esos besos chupones típicos de los abuelos. Seguidamente le enseña una pequeña cajita envuelta en papel de regalo. Nerviosa abre la envoltura rompiéndola.  Es una caja de cartón pequeña, sin dibujos, sin nada en su exterior que le de alguna pista de lo que oculta. Termina de abrirla, y allí está, con un traje dorado y hermosas alas, un ángel para su árbol de navidad.

— No deberías haberle regalado eso —, dijo su madre Adela con los brazos cruzados en actitud defensiva.
— Hija…, a él le gustaba estrenar cada año una figurita nueva para el árbol.

   Irene supo al instante a que se refería. En vísperas de navidad su padre les regalaba una nueva figurita para el belén o el arbolito. Al observar la reacción de su madre guarda de nuevo el ángel en su envoltorio.

— Gracias abuela, pero mamá no se encuentra bien y este año no vamos a poner nada. Guárdamela para el próximo año.
Su voz sonó triste y le entregó de nuevo el regalo.

— Adela, tienes que cambiar de actitud, hija, la vida continúa… ¡ hija!...

Adela no quiso escuchar más y sin decir nada se fue a la cocina.

   Seguidamente Irene sube corriendo las escaleras para encerrarse en su cuarto. Sabía lo que iba a ocurrir, su abuela seguiría a su madre para hacerla entrar en razón y ésta no cedería, al final terminarían gritando y llorando. Lo peor de todo era que esto ocurría con cualquier miembro de la familia.  Era en esos momentos cuando la niña se abrazaba con más fuerza al retrato de su padre y gracias a ese gesto pasaba la tormenta sin apenas mojarse, aunque de vez en cuando algunas gotas cayeran sobre el edredón.


   Al llegar la Noche Buena. En el salón, ambas, Adela e Irene están cenando solas. Las llamadas de teléfono no han parado en toda la tarde, tanto sus tíos como la abuela Fali han seguido insistiendo sin éxito para que ambas no cenaran solas; pero Adela está sumida en un dolor que  le impide ver más allá, y aunque está en tratamiento psicológico, la llegada de la Navidad la ha arrastrado a una mayor tristeza, ya que él, su difunto marido era la alegría de las Fiestas Navideñas; alguien que unía a toda la familia.
Irene está muy preocupada por su madre, ya no le importa que no haya adornos navideños, lo que quiere es ver a su madre sonreír. Al terminar la cena la ayuda a recoger la mesa.
— Guapi, me voy a la cama, me duele la cabeza.
— Te acompaño mamá. 
 Juntas suben a los dormitorios. Irene la sigue, y Adela se gira para preguntarle que quiere, y ésta se abraza a su madre.
— Mamá, quiero que te pongas bien.
— Mi vida, te prometo que me pondré bien. Sólo... necesito tiempo.
—Mamá…— le dijo a su madre con la mirada llorosa y la voz en un hilo—. Te duele aquí.
Le señalo el pecho. Y continuó.
—A mí también me duele, pero sé que papá no se ha ido.
— Se nos pasará —dijo Adela besándola varias veces en la cara y abrazándola—.Venga a la cama.
Irene se separó de su madre y antes de llegar a su cuarto regresó de nuevo a su lado e hizo que ésta se agachara para decirle muy bajito en el oído:
— Te lo demostraré.
 Luego le dio el último beso de la noche.
     
  Bajo su ventana, la niña, está arrodillada rezando pidiéndole un deseo a Dios. Agradecida, y con ilusión se acuesta. Esta vez decide que la foto de su padre la acompañe en sus sueños guardándola bajo su almohada.
  En la habitación contigua está Adela mirando otra foto de él. La besa, y como cada noche la pone sobre su pecho, el vacío que siente es enorme, y la congoja se apodera de ella para de nuevo llorar. A punto de quedarse dormida siente que alguien se acerca a la cama.
—Hija, ¿qué te pasa? ¿No puedes dormir esta noche?
Con los ojos ocultos tras uno de sus brazos se gira para dejar sitio a Irene.
— ¿Es así como me recibes en Noche Buena?
  Adela se queda paralizada, el que se acaba de acostar a su lado es su marido, pues su voz jamás la podría olvidar. Se levanta de un golpe y enciende la luz. Y sí, allí está, con una esplendorosa sonrisa mirándola.
─ ¡Pellízcame!─ dijo Adela temblando.
Acercándose a ella le da un dulce beso en los labios y le dice:
—Mejor esto…─ y volviéndola a besar—Y esto…
Los besos no dejaron de cesar consumiéndose en ellos.


Abrazados bajos las sábanas Adela se aferra a él con firmeza.
— Dime que no es un sueño —. Le dice ella mirándolo y tocándolo por milésima vez para sentir que era real.
— No, no es un sueño. Pero sólo tenemos esta noche. Y he venido para decirte algo muy importante.
— Dime…—, la voz de Adela sonó apagada y ocultó su cara en su pecho.
—Mírame Adela, por favor.
Las pupilas de ella se volvieron a reflejar en las de él.
— Quiero que vivas. Quiero que salgas, que te enamores de nuevo, que disfrutes del tiempo que tienes aquí. Y quiero que sepas que no me he ido, que estoy aquí al lado, viéndote, a ti y a mi niña. Que os quiero con toda mi alma y que os esperaré cuando llegue vuestro momento.
Adela lo miraba muy seria.
— ¡No te puedes ir otra vez!
Él se volvió sobre ella y se colocó encima.
— No me estás escuchando. No me he ido. Sólo estoy aquí al lado.
Besándola con ternura consigue disipar la expresión de dolor de su cara.
— Bueno, si no puedo por las buenas… Entonces será por las malas… —. Su voz sonó misteriosa.
De repente comenzó hacerle cosquillas y las carcajadas de Adela fueron creciendo.
La puerta se abrió en ese instante y allí estaba Irene.
—¡Papi, has venido!…
—Anda chiquitina acércate ─  le dijo su padre mirándola, mientras su madre no dejaba de reírse.
Irene saltó rápidamente a la cama. Entusiasmada sus deditos volaron hacia los costados de su padre.
— Ja, ja, ja, jaaaa, ¡ Eso es Irene!… ¡A por él !—, le gritó Adela para que la defendiera.
—Eso es trampa dos contra uno.
 Y las risas de los tres lleno la estancia de alegría.
— Os quiero —, les dijo a las dos envolviéndolas con sus brazos —. Mañana celebraremos la Navidad todos juntos, como siempre, y así se hará todos los años.


Irene se despierta en la cama de sus padres. Adela la tiene agarrada. Con sus manitas le acaricia uno de sus pómulos, ésta se despierta y la mira con detenimiento.
— Mi niña…—, le dice besándola cariñosamente —. ¿Estás preparada para adornar el salón?
— Siiiiiiiiii —, responde Irene con los ojos como platos y muy brillantes.
Ambas enmudecen al escuchar la música navideña en la planta baja. La misma que él les solía poner cada mañana de Navidad.
— ¡Biiiiieeeen! — Exclama Irene brincado de gozo —. ¡Papá ha estado esta noche con nosotras!
Adela se estremece y los bellos del cuerpo se le ponen de punta.
— ¡jo, jo, jo, papá está en casa!— Escuchan la voz de él llamándolas.
  Irene ya corre por el pasillo, Adela la sigue con risa nerviosa. Al llegar al comedor ambas se quedan con la boca abierta. El árbol, el belén y todos los adornos navideños están colocados. En la repisa del televisor están los dos retratos de él. Y colgando del árbol cerca de la Estrella, el Ángel que la abuela Fali les había traído.
 El teléfono suena y Adela emocionada  lo coge.
— Hija… esta noche ha estado Rafa por aquí…—la voz  entrecortada de la abuela Fali al otro lado de la línea.
— Lo sé… No me digas más, llama a todos y veniros. Rafa también ha estado con nosotras… Sigue y seguirá estando con nosotros…
— ¡Se ha cumplido!
 Irene grita y baila llena de felicidad.



Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.






Autora: Lola Sánchez.









sábado, 22 de diciembre de 2012

Rebuznos Mañaneros de mi gran amigo Rafael Benjumea

     "Rebuznos Mañaneros"  es el título de una obra literaria de un gran amigo mío, Rafael Benjumea. Un AMIGO DE LA INFANCIA, sí, con mayúscula, ya que desde que éramos unos micos, creo que yo tenía 3 años y él 4, sino me falla la memoria... Comenzó una amistad de esas que son para siempre, pues ni la distancia, ni el tiempo, ni el Fin del Mundo podrá romper esos lazos que nos unieron. 
       Hoy le dedico esta entrada a él,  a mi amigo Rafa. El título de su libro Rebuznos Mañaneros me ha traído a la memoria aquellas vivencias infantiles corriendo por los barreros y las eras del campo cercanas al barrio del Arache donde nos criamos.  Por aquellos años, era un barrio rodeado de cultivos y de ganado, la arena y los bolos eran nuestras aceras y calles. Y más allá de la esquina de la Encarna la Bolera se encontraba nuestro parque de juegos, campos de olivos, y diferentes barreros: los Grandes, los Chicos y los Blancos... ¿ Los recuerdas? Rebuznos Mañaneros nos acompañaban en nuestras aventuras, pues siempre había por esos lugares algún que otro mulo, caballo o borrico observándonos mientras pastaban en nuestros juegos. Y otra fauna que debo mencionar como las cabras y las vacas que cada día pasaban delante de nuestra puerta dejando tras su paso el abono de las macetas de nuestra casa.  Jugábamos con la tierra, con las flores y con los tomatitos reventones. Una rama de olivo se convertía en una varita mágica; y entre terrón y terrón ocultábamos tesoros para de nuevo con gran ilusión redescubrirlos. Nuestros toboganes eran las pendientes de esos barreros que bajo trineos de cartones, más de uno y de dos, nos reventamos las rodillas y los codos al tirarnos. Y que me dices de navegar en las aguas de los barreros chicos bajo los resto de un frigorífico como barco. Y las excursiones a los Barreros Blancos para coger ranas y renacuajos. El jardín de las flores y la celebración en él de una curiosa fiesta que ahora me da vergüenza mencionar, pues a los niños de nuestra época, y yo me incluyo, les gustaba lo escatológico,  quizás por esa razón hemos crecido más fuertes y sanos que los niños de ahora. Rafa siempre era el director en aquellas aventuras. Aventuras llenas de fantasía e imaginación, los magos, las hadas, duendes y demás criaturas elementales nos acompañaban bajo un entorno natural y rural. 
   
      Ahora mi amigo Rafa trabaja en el Refugio del Burrito en Fuente de Piedra, Antequera, y ha escrito un precioso libro dedicado a esos maravillosos animales. El dinero que se recaude con la venta del libro irá destinado al Refugio del Burrito. Estoy segura que el libro será todo un éxito. Es para mi un honor y un orgullo ( parezco el rey jajajajaja) compartir, difundir y promocionar esta obra, cuyo título me ha traído tanto recuerdos de cuando éramos niños. Próximamente se presentará en Arahal y estaré junto a mi amigo en esta nueva experiencia. Quizás más adelante, y si a Rafa le apetece hagamos un libro juntos contando aventuras y desventuras de nuestra infancia. Por ahora esas historias quedarán ocultas tras los" Rebuznos Mañaneros".  




      





Lola Sánchez.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Aquí y en el Otro Lado

     Relajo mi mente, para poder sentir la energía que llevo dentro. Durante estos días mi cabeza se ha enredado en temas del Otro Lado. El Otro Lado que la mayoría de los humanos tememos porque desconocemos su existencia, y aquellos seres queridos que están alli siguen estando aqui de alguna manera.
     Es curioso como los pensamientos si los dejas se apoderan de ti y te envenenan. Esa malatesta revoltosa que quiere siempre saber el por qué y el para qué de las cosas y de la existencia. Te dice: "esto no tiene sentido, para qué haces eso o dices lo otro". Sí, es bueno cuestionarse las cosas, pero hay preguntas que también tienen que ser valoradas por la intuición. Creo que si mirásemos una premisa con ambos ángulos nos acercaríamos más a la repuesta correcta. Os digo todo esto porque los últimos acontecimietos de mi en torno deben ser mirados con ambos puntos de vista, aunar mente e intuición. Y si son los grandes misterios de la vida, de donde venimos, quienes somos y adonde vamos cobran aún mayor sentido mirar esas cuestiones desde la mente y el corazón alineados.
     Todo el mundo dice que estar aquí y llegar a los 80 es una bendición, sobre todo si has tenido una vida plena, por supuesto que estoy de acuerdo con esta cuestión. La cosa se complica cuando son personas jóvenes las que se van, ya sea por un fatal accidente, por una enfermedad fulminante o por cualquier otra causa. Una parte de ti se rebela, se cabrea porque no lo vé justo y esa injusticia te ahoga y te lleva directamente al sin sentido, esa es la visión exclusiva de la mente. Y cuando ambas se unen mente e intuición si elevas tu punto de vista el sin sentido se tranforma en sentido, lo supuestamente injusto no es así. Si partimos que toda acción tiene unas consecuencias y que todo absolutamente todo se transforma, la vida es una transformación continua y lo que la precede también. El libre albedrío existe, tu eliges y tu elección te llevará a unas situaciones determinadas y si te equivocas aprendes y si aprender evolucionas, te transformas. 
      Estuve hablando con varias personas sobre que era más malo, una trágica  y repentina despedida o una despedida anticipada. Ambas para nuestra mente son horribles, (además hay que tener en cuenta las costumbres socioculturales que nos influencian a la hora de vivir estos acontecimientos), pero desde un punto más elevado sigue siendo una misma transformación. Los que nos quedamos aqui lo vivimos de formas diferentes, pues depende de tu nivel de conciencia, depende del punto de vista, depende de tu interior, y lo mejor de todo que todas esas formas de vivirlo es correcta, no hay una forma mejor o peor, son las que tienen que ser.
     Pensamos, pensamos y pensamos, y le damos poder a esos pensamiento y nos olvidamos que somos algo más, algo que va más allá de la mente e incluso más allá de los sentimientos. Ya que la mayoría de las veces pensamiento y sentimiento van cogidos de la mano. Todo cambia cuando te pones en el lugar del observador, es desde alli cuando aprecias que Aqui y el Otro Lado es lo mismo, ha cambiado la forma, el medio, pero la esencia es la misma. TODO SE TRANSFORMA.

Transformarse y Fluir


Lola Sánchez.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cuando Pase la Tormenta de Lucía de Vicente




      "Cuando Pase la Tormenta", así se llama la primera novela publicada de mi amiga Lucía de Vicente. Una tormenta de intrigas, heridas del pasado, reencuentros sorprendentes, aventuras, dolor, pasión y AMOR, en un entorno extraordinario como es Kenya. El torrente de emociones que vas experimentando en cada capítulo te va envolviendo poco a poco, hasta quedar completamente  enganchada a la trama y enamorada hasta la médula de sus protagonistas Mary Mantley y David Silford.  Ambos, desde muy jóvenes se odian, y por un secreto de estado se ven obligados a convivir durante unos meses en Kenya. Lucía nos introduce de forma magistral en uno de los entornos más hermosos del planeta, yo diría que muchas de sus descripciones son fotográficas, se nota que en la familia de la autora hay pasión por la fotografía y eso me ha encantado. 
     En algunos de esos pasajes fotográficos he recordado "Memorias de África" que Lucía menciona haciéndole un pequeño homenaje al libro, pero también me han venido algún que otro retazo de otro gran libro como es "El Paciente Inglés".
    En cuanto al secreto de estado que hacen que ambos protagonistas se vayan conociendo y enamorando, Lucía no le da un final definitivo, lo deja abierto y eso me ha gustado ya que es ideal para realizar otra parte con otros personajes secundarios que me han gustado como es el socio de David.
  "Cuando Pase la Tormenta" es una novela maravillosa, muy bien documentada, desde las costumbres y proverbios africanos, hasta sus maravillosos paisajes. Me ha gustado como el Diario de Jonathan Mantley queda plasmado en el inicio de cada capítulo. Y Ambos protagonistas es increíble como te van atrapando y enredando en sus conflictos, en sus miedos, en sus deseos. Sí, te quedas maravillada de ambos, de Mary por su sorprendente fortaleza y su sinceridad de David, ¡madre mía!, que decir de un hombre que te deja sin respiración en todos los sentidos. Y ambos, son una auténtica bomba de relojería que atrapa al lector para siempre. Un libro para releer y recrearse de nuevo.
   
    Un libro ideal para regalarlo en estas Navidades. Sólo me queda decirle a mi amiga Lucía
¡¡¡¡Enhorabuena!!!  Seguiré tus pasos con mucha ilusión.