sábado, 24 de enero de 2015

Día 24 de Enero 2015. RECONQUISTA.




RECONQUISTA

"¡Eres un imbécil!" su mente llevaba el látigo, lamentándose y castigándose. Había estado en su mundo, y la había apartado de él poco a poco, y ahora que ella se había ido, se dio cuenta de todo lo que la amaba. Ironías de la vida. Ella se lo advirtió, en varias ocasiones, que las cosas no iban bien. Y él no lo veía. Sólo trabajaba y trabajaba, a penas hablaban y hacer el amor no sabía cuando fue la ultima vez que lo habían hecho. Creía que la tendría segura, y no, no fue así. Ahora la casa se le caía encima, acostarse en aquella habitación era una tortura. La veía en todas partes, cerraba los ojos y allí estaba con su dulce sonrisa. Maldita sea la hora que la dejó escapar, que la descuidó. El dolor que sentía era insoportable, jamás se perdonaría haber dejado ir a la mujer de su vida, porque ella era la mujer de su vida por todo lo que habían compartido, años y años de crecimiento juntos, y ahora ella se había ido. 
"El amor es magia, y la magia hay que cuidarla si se va, se va todo, y puedes estar con tu alma gemela que si se va esa chispa se termina todo", eso le decía ella, y él, como un capullo, pasaba de sus advertencias. Jamás fue un hombre romántico, ni detallista, porque esos detalles se encargaba ella, y ahora se moría por no haber sido un poco como ella. No encontraría a otra como ella, ella que se lo aguantaba todo, sus estados de humor, y siempre lo había apoyado en todo, siempre, por dios que error más grande había cometido. Estaba roto por dentro. No, no se rendiría la reconquistaría como fuese. Se llenó de valor y la llamó para hablar con ella. En un principio ella se negó, pero él la convenció, él la invitaba a cenar ese fin de semana. Ella estaba reacia, llevaban muchos años juntos, muchos y dudaba que él cambiara algunos de sus hábitos, aún sentía algo por él, por eso decidió decirle que sí, pero no tenía ninguna ilusión por la relación, la monotonía, y la falta de interés por parte de él, hizo que ella se agotara de darse y entregarse una y otra vez y él no tuviera iniciativa en nada, y no pusiera nada o poco para que la ilusión de seguir juntos se mantuviera. El restaurante era uno de los primeros que visitaron cuando eran novios. Habían quedado allí, ella lo esperaba. Y cuando apareció vestido de chaqueta y corbata, ella no supo como reaccionar, durante todo su noviazgo y en su matrimonio sólo se vistió de etiqueta un par de veces. Y sus piernas comenzaron a temblar cuando él la besó y olió el perfume que ella le compró y que él no se ponía por dejadez. Se sentó a su lado, y la conversación fluyó como la seda, hacía muchísimo que ella no lo veía sonreír, y no la hacía reír, y él volvió a ser aquel que la enamoró en su juventud. Cuando terminó la cena, él la invitó a dar una vuelta por la orilla del río de la ciudad. Otro lugar que frecuentaban cuando eran jóvenes, y él comenzó a recordarle momentos que vivieron juntos, y mientras rememoraban esos acontecimientos, las manos se volvieron a enlazar, y él la atrajo hasta su cuerpo. Un silencio que hablaba los envolvió "Perdóname, por ser tan descuidado cariño" dijo rompiendo el silencio, "No puedo vivir sin ti, te quiero, te amo con toda mi alma, más que a nada y a nadie en este mundo" ella emocionada lo abrazó y su cara se llenó de lágrimas " Por fin, me lo has dicho... ¿Sabes cuanto tiempo hace que no me dices que me amas?" "Que saliera de ti, ¿no yo pidiéndotelo cada día?, como una mendiga" él limpió sus lágrimas con dulces besos, "A partir de ahora te lo diré todos los días, y haremos el amor cada noche, si tu me aceptas de nuevo" Y ella lo besó con frenesí por todo el rostro "No sabes lo feliz que me haces amor, claro que te doy la oportunidad, te amo aún, y aún hay una llama dentro de mi dispuesta a que crezca de nuevo"  Y él la alzó para abrazarla y besarla con toda su pasión, la misma que había quedado dormida en sus corazones "Prepárate, porque arderemos en puro fuego, mi vida".






© LOLA SÁNCHEZ

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