ARREPENTIMIENTO
Marina permanecía con los ojos cerrados, entre el sueño y la vigilia, la tristeza era su compañera durante esos días. En ese estado siempre lo sentía a él. Separados por miles de kilómetros, por océanos. Ella lo podía sentir. Y nunca fallaba a su cita de la siesta. Su corazón comenzaba a latir de forma acelerada, y comenzaba a sentir el cosquilleo en sus labios, como caricias de plumas, él la comenzaba a besar y ella lo envolvía entre sus brazos enredando sus manos sobre su espalda. Lo escuchaba " Te amo", "Te amo" " Siempre te amaré" y ella se estremecía, se deshacía y desaparecía fundida en su esencia. Las caricias volaban por ambos cuerpos, los besos, los mordiscos, ella lo devoraba y él la devoraba a ella. La temperatura aumentaba como un volcán en erupción. Y sentirlo dentro de ella la elevaban al mismo paraiso, era como quedarse flotando en medio del espacio exterior rodeados de estrellas y de luz, en un éxtasis que los llenaba de una plenitud absoluta. Y estallaban como las supernovas, alcanzaban a tocar la misma consciencia divina. Marina no se podía mover de la cama cuando eso le sucedía con él, y una paz y serenidad absoluta la colmaba. Así era su conexión con él algo que iba más allá de lo físico. Las lágrimas cubrieron su rostro al instante, él la podía haber estado amando físicamente en ese momento. Ella le había dicho que no, estaba aterrorizada por lo que sentía por él. Ese tren había llegado a su destino vacío, sin él… Arrepentida para la eternidad, y más sabiendo que él la amaría más allá de esta realidad para siempre.
© LOLA SÁNCHEZ
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