sábado, 28 de febrero de 2015

Dia 24 de Febrero 2015. TRISTEZA.



TRISTEZA

Ángeles se había sumergido en sus pensamientos, allí siempre estaba él, y si sólo estuviera allí, quizás con una meditación o una relajación lo haría desaparecer unas horas, pero resultaba que estaba anclado en su corazón, y enredado en su alma. Ambos decidieron caminar separados, pero era sólo una ilusión, seguían unidos más allá de todo. Si, se engañaba era por no creer que estaban el uno para el otro. Había estado muy pocas veces en su vida triste, ella siempre había sido alegre, y éste entusiasmo era innato. Eso sí, bajo esa tristeza ella no dejaba de ser ella misma, eso la salvaba de la situación, y de todo, lo que la rodeaba. Porque ella sabía que todo lo que necesitaba saber, sentir, y mejorar estaba dentro de ella, y él reflejaba todos sus miedos, todas sus limitaciones y ella a su vez proyectaba en él lo que necesitaba cambiar y mejorar, nada se te presenta en la vida por casualidad, nada era porque sí, y eso lo sabía ella y él también. Ella necesitaba que esa tristeza se transformara en algo más positivo, quizás si volviera a tener fe, tener esperanza, todo se transformaría, se trabajaría, cada día para liberarse y liberarlo todo. Y así la tristeza se iría como se van las aves migratorias, quizás volviera a sentirla en otro momento, pero ahora sólo quería que se fuera. Eso sí, si él la volviera a abrazar toda esa melancolía se iría para siempre. Él antídoto más eficaz, abrazar a su propia alma,  y  abrazarlo a él era abrazarse a si misma.




© LOLA SÁNCHEZ


Día 25 de Febrero de 2015. CONDENA.



CONDENA

La presión que sentía era cada vez más insoportable, y sólo se consolaba con recordarlo en cada momento, tenía ganas de gritar, de salir corriendo, de perderse donde nada y nadie la encontrara. Era horrible sentir tanta desesperación, tristeza, desolación... No sabía cuanto aguantaría así, no sabía cuanto tardaría en escribirle otra vez, tenía miedo de su rechazo, porque lo comprendía, y porque no quería que se hicieran más daño. Lo amaba de una forma que desconocía, la necesidad de saber de él, de ayudarlo, de apoyarlo, escucharlo, abrazarlo era algo que la desconcertaba, porque se habían destrozado y se suponía que con eso el amor se desvanecería, no, todo lo contrario, lo amaba más todavía. No lo comprendía, por eso sabía que necesitaba tiempo para encontrarse así misma, era la única forma de saber que era lo que quería en su vida. Tenía claro que llegado el momento de ese descubrimiento si sentía lo mismo por él, daría un vuelco a su vida, también sabía que esa decisión conllevaba un gran riesgo, y era que cuando tomara esa decisión él ya no estuviera. Tenía que perdonarse muchas cosas, sobre todo el daño que le hizo sin querer por la presión. Ella vio en ese momento una parte de su alma que él ocultaba, y por eso lo amaba más aún. Estaba condenada a amarlo siempre, por encima de todo, de las circunstancias, de los prejuicios, de la cultura y costumbres sociales. Y a pesar de todo, de la heridas, de los reproches, ella lo amaba más que nunca. Con su último encuentro se había enamorado de él aún más, como no hacerlo, sentirlo de esa forma era completarse   así misma, navegar sobre un mar de dulzura, ternura, compresión, vivir y sentir el amor como nunca, era incontrolable, no era su mente la que la movía, era su corazón que le gritaba, lloraba y la culpaba de no seguirlo. Una condena que la estaba consumiendo poco a poco, una condena en vida, a amarlo sin tenerlo, y por mucho que pasara el tiempo lo seguiría amando. Tenía que centrarse en ella, era lo único que podía hacer, sólo así descubriría la verdad de su ser.




© LOLA SÁNCHEZ

miércoles, 25 de febrero de 2015

Día 22 de Febrero 2015. CONDICIONES.



CONDICIONES

Ella tuvo que aceptar las condiciones de él, no le quedaba otra, porque la otra opción era no saber nada de él, nunca más, y eso era la muerte para ella. Sí, ella podría vivir sin él, podría estar sin él, pero estaría como una autómata, manejada por la corriente de la vida, dejándose llevar como una pluma que es arrastrada y lanzada al aire sin saber, dónde y cómo caer. Ella lo comprendía, porque la situación no era sencilla, y porque lo que sentía por él iba más allá de todo lo que les estaba pasando. Sus almas eran del mismo fruto, de la misma hoja, y eso era algo que no podían controlar, por mucho que lo intentaran . Ella se callaba muchas cosas, verdades que se quedarían guardadas en su corazón, tesoros que sólo les pertenecía a ellos dos. Ella decidió mirar dentro, y hacer lo que debió hacer hace tiempo, mirar por ella, estaba en un proceso de transformación y la calma era fundamental, y por lo menos el hecho de que él estuviera con esas condiciones le daba esa paz que necesitaba en ese momento, aunque ella sabía que era sólo pasajero. Para ella él era más que su protector, más que un hermano, alguien que a niveles más elevados encajaban a la perfección, a esos niveles ellos hablaban el mismo idioma. Por eso no podían estar el uno sin el otro, aunque la vida los alejaba, sus almas siempre seguirían unidas, y en eso la mente no mandaba, la esencia de cada ser va más allá de la mente limitada. El lenguaje del amor se manifiesta de muchas formas, y los que se pertenecen siempre se disfrazaran para manifestar su misión, la que todos y todas tenemos, amarnos a nosotros mismos y amar al prójimo, superando los obstáculos y los conflictos. Ella recordaba lo que sus guías le comunicaron en su día, y se estaba cumpliendo, ambos no os podréis dejar, siempre os ayudaréis el uno al otro, pase lo que pase, ese mensaje y otros que dejó escrito en su diario secreto se quedarían en el aire, hasta que aterrizaran en algún lugar para cumplirse.




© LOLA SÁNCHEZ







Día 23 de Febrero de 2015. Y QUÉ...



Y QUÉ...

Álvaro miraba la fotografía de Candy. Se había alejado de ella, pero no había manera de dejarla de amar, ya que su mente no mandaba ni en su corazón, ni en su alma. Lo había intentado todo, y no podía cambiar nada. Ella era su tortura y a la vez su paz, su infierno y su cielo. Haberla probado había sido una adicción tan maravillosa que ahora el no tenerla lo destruía poco a poco. La amaba en sueños, en vidas paralelas, entre vidas, y jamás pensó que algo así existiera, es más, nunca creyó en el amor eterno, y ni mucho menos en el amor incondicional, ni se planteó las conexiones no físicas, todo eso le parecían teorías de algunos locos de la nueva espiritualidad new age, pura fantasía, irreal. Tampoco creyó en el amor de los libros, esos que duran y lo superan todo, ni creyó que la chica que él soñaba en su adolescencia existiera. Hasta que encontró a Candy, y todo lo que no creyó le explotó en la cara de una forma que a pesar de haber experimentado toda una vida con ella en pocos meses, aún su mente se negaba a pensar que hubiera sido verdad. Ahora su alma lo tumbaba y contrarrestaba las protestas de su mente, a todos los inconvenientes de su ego, su corazón le decía "¿Y qué? la amaste, la amas y la amarás, para siempre". Y su mente le volvía a decir "pero ella juega contigo", y su alma ¿Y qué? ella siempre estará contigo, porque te ama de verdad.  En esta última afirmación se imponía su ego, dudando de la verdad. 
Candy miraba la foto de Álvaro, jamás había sentido nada parecido por nadie, y sin embargo la realidad los separaba, en las otras seguían conectados y lo amaba como nunca, ella también se preguntaba esos ¿Y qué?...



© LOLA SÁNCHEZ

martes, 24 de febrero de 2015

Día 20 de Febrero 2015. TUS COLORES DE VERDAD.




TUS COLORES DE VERDAD

Rosa lo escuchó por primera vez, cuando entró en el salón. Él la miraba con curiosidad, jamás había visto a una chica con un físico tan delicado, extrema delgadez, y el ser invidente la hacían aún más vulnerable. Por lo menos esa fue su impresión. Él esperaba a su mejor amigo, Eduardo. "¿Y te llamas?" le dijo la chica acercándose a él con gran sigilo, "Mi nombre, Javier"... Ella se había acercado demasiado y su corazón comenzó a latir de una forma que lo desconcertaba, lo tocó con gran delicadeza en el pecho "Te hicieron mucho daño Javier" su voz era un susurro, ese toque lo hizo estremecerse, ninguna chica le había provocado algo parecido. "Bueno ya estoy, ¿nos vamos?", la voz de Eduardo había roto el vínculo que se había creado entre ambos. Éste trataba a su hermana con sumo cariño, no le extrañaba, dios,  Rosa era pura dulzura. Y desde ese primer encuentro él ya no pudo dejar de pensar en ella. Ese toque y esas palabras, era como si ella tuviera la capacidad de mirar dentro de él. Nadie lo había logrado, él único que sabía todos sus problemas había sido Eduardo, que lo sacó de las malas compañías, si no hubiera sido por él, seguro que ahora sería un delincuente. Lo había conocido en el reformatorio, acababa de robar y se había metido en muchas peleas. Eduardo era monitor voluntario en el reformatorio, y desde que se conocieron él lo ayudó muchísimo para superar sus miedos, y la rabia que lo había llevado a esa situación.  
Rosa se había quedado muy pensativa, desde que vio a Javier, porque lo vio, no con los ojos físico sino con los del corazón. Era ciega de nacimiento, pero veía el mundo invisible, al tocarlo y sentir a Javier supo que estaba ante un alma afín a ella, y como imágenes en su mente observó todo su pasado, eso la preocupaba, esas heridas del alma lo atormentaban.
 Aquella tarde Rosa paseaba por el parque sola, le encantaba pasear los días soleados, y se sabía cada rincón del parque de memoria. A mitad de camino unos chicos que desprendían una energía muy negativa se acercaron, ella sabía sus intenciones, y se preparó para defenderse. Cuando llegaron a su altura uno de ellos  se acercó para robarle el bolso, la patada que recibió en la entrepierna no se lo esperaba. "Anda, ¡pero si sabe pelear la cieguecita!", dijo el otro al ver a su compinche revolcándose en el suelo. En ese instante, Eduardo y Javier aparecieron, estaban haciendo ejercicio físico y cada tres días salían a correr una hora al parque. Su hermano se lanzó a por el que la estaba amenazando, y Javier por el idiota que se estaba recuperándose y cuya intención era atacarla de nuevo, había cogido un pequeño tronco para agredirla. Javier conocía a esos dos tipos, habían sido amigos suyos y eran peligrosos. Rosa lo vio todo, podía ver con su tercer ojo, observaba sus energías en movimiento. La intervención de su hermano y de Javier fue rápida dejando fuera de combate a sus agresores. Una pareja de policías que paseaban por la zona terminaron de solucionar la situación. Eduardo le pidió a Javier que se quedara con Rosa, esos chicos habían estado en el reformatorio se habían escapado hacía dos días, y tendría que denunciarlo y declarar para su nueva reclusión. 
"¿Estás bien de verdad?" preguntó Javier, sabiendo que Eduardo hacía sólo un momento le había preguntado lo mismo, y ella había asentido y sonreído, dios que ganas de abrazarla tenía, al verla así, aún su furia le latía sobre su cabeza, sólo sintió esa misma sensación una vez, y ahora la volvía a revivir, su pecho le comenzó a doler de una forma horrible. "Yo sí, pero tu no estás bien" acercándose posó su mano sobre su torax, y con delicadeza lo abrazó. Madre mía, la sacudida de energía desde debajo de la columna hasta la coronilla lo dejó paralizado, y una sensación de paz y de bienestar lo fue envolviendo con suavidad, no pudo evitar rodearla con sus brazos de forma automática, y sus labios sin darse cuenta se posaron sobre su cabeza para besar su sedoso pelo que olía a vainilla. Permanecieron no se sabe cuanto tiempo así, sintiéndose, la sensación de conocerse desde siempre, el sentimiento de seguridad y de protección en ambos era brutal, lo más desconcertante era la plenitud que sentía Javier, nunca había sentido algo parecido, es más, desde siempre se había sentido perdido,  roto. "No te culpes Javier, no fue tu culpa" ella estaba leyendo dentro de él. Y eso lo asustó, la retiró de su lado de inmediato. Rosa sintió el rechazo como un latigazo. "Lo siento Rosa, no quiero hacerte daño, pero no quiero que veas más" ella con paciencia y amabilidad le contestó, "lo he visto todo Javier, ¿crees que me importa? no me importa nada, sólo que debes sanar esa herida" el la miró con rabia odiaba que los demás sintieran lástima por él, y no quería que ella lo compadeciera, no, no necesitaba eso, "No quiero sanarla, forma parte de mi, soy un despojo, y por eso jamás volveré a tocarte, y por favor no me vuelvas a tocar, nunca más"  Rosa veía la rabia, y el dolor que se apoderaban de él, y lo sintió como propio, su cara se transformó mostrando una tristeza descomunal. "¡¡ Mierda!!", pensó Javier al ver que la había herido, se sintió aún más vil. Ella lo captó todo y cambió de expresión, "De acuerdo, no te tocaré más, pero me gustaría pedirte un favor" se lo dijo con una espledorosa sonrisa, no se podría negar a eso, lo dejaba a su merced. Rosa le pidió que él la entrenara en defensa personal, mientras su hermano estaba en el reformatorio, así estaría más preparada para protegerse.  Cada tarde acudía al parque para practicar. Los nervios se fueron calmando a medida que pasaban las horas, ella era muy lista, le había prometido no tocarla pero el hecho de enseñarle las técnicas, lo obligaban a poner sus manos sobre ella, y cada vez que la tocaba era como una liberación para él. Ella lo notaba, y se hacía la torpe para que él pusiera sus manos encima de ella, sabía que lo estaba sanando sin que él se diera cuenta. Así pasaron dos semanas, se buscaban, se llamaban y las horas volaban cuando estaban juntos. Él sonreía más, y cuando ella aparecía era como respirar aire del mar, lo renovaba por dentro y por fuera. Bajo un sol que calentaba demasiado, Rosa se mareo, le había dado una bajada de tensión, había salido sin merendar todo por no llegar tarde a su cita con él. Javier la sujetó en el aire, "No he merendado, es la tensión" ella notó el cambió bioenergético de él sus colores empezaron a cambiar, hacia la preocupación y el enojo "No vuelvas a salir de casa sin comer" la reprendió llevándola hasta el banco más cercano. Él siempre llevaba algo de fruta o una chocolatina en su mochila. "Toma, pero te repito, no lo vuelvas hacer" su amenaza era auténtica, mezcla de protección y del amor que sentía por ella. Ella lo miraba con cara de sorpresa "¿ Qué ves dentro de mi?"" Javier, veo como eres realmente, veo todos los colores del arcoiris brillando en tu cuerpo. Y sabes lo mejor que veo que ya no tienes nada en el corazón, ese dolor se fue, ya nadie te hará más daño", estaba tan absorta mirándolo por dentro que le dio otro mareo, no había pegado ni un bocado a la manzana que él le había dado. "No me mires más, y come" le dijo abrazándola contra él, ella obedeció, y al momento le volvió el color de la cara. Seguía aferrado a él, "No te apartes por favor" notando el amago de separarse de ella, "Ya estás bien, ¿No?", ella puso cara de desánimo "Si, pero..." él se acercó más aún a su rostro y ella atrapó su boca entre la suya, sabía donde encontrar sus labios, Javier creyó que estaba bebiendo del manantial más dulce del planeta. Y ya no hubo más entrenamiento , sólo cientos de besos, suaves caricias, era el lenguaje de los seres afines. " Ahora, sí" ella paró de besarlo para mirar dentro "Ahora si, ¿qué?" le preguntó él "Ahora veo tus colores de verdad" y él la volvió a besar "¿Sabes por qué los ves ahora?" "¿No quieres olirlo?" ella lo acarició "Si, porque yo siento lo mismo" y entonces se lo dijo 
" Porque Te Amo con toda mi alma".





© LOLA SÁNCHEZ

Día 21 de Febrero de 2015. VOLVERÁ.



VOLVERÁ

Alejandro la miraba ensimismado, tenía tan sólo diez años, y para él Eli era como las estrellas que le enseñaba su padre en las noches de verano, se quedaría todo el día observándola, lo atraía como la luna atrae las olas del mar. Y Eli desde que lo conoció en ese nuevo curso, fue cruzar una palabra con él y hacerla reír, y pocos chicos de su edad conseguían eso, así se hicieron inseparables. Hacían los deberes juntos, aprendían el uno del otro, y aunque tuvieran ambos sus amigos, ellos se buscaban para cada día  para disfrutar de su mutua compañía . Así pasó todo un curso. El verano se acercaba, y las vacaciones. Él no estaba dispuesto a pasar ese verano sin verla, y sin jugar con ella. Eli se acercó a él, "Ale, te doy esto es mi nueva dirección, para que me escribas, a mi padre lo trasladan a otro país por trabajo" ella lo miraba con gran tristeza, y este se quedó sin palabras. Al ver que estaba paralizado, se acercó y le dio un beso de despedida en la mejilla, antes de que ella se separara él la beso en los labios, al ser tan niños, su primer beso fue pura magia como si una delicada mariposa se posara en una preciosa flor, de gran inocencia, de puro amor. "Te escribiré" le dijo él rodeándola, abrazándola. 
Estuvieron escribiéndose todo el verano y parte del otoño, hasta que al padre de Eli lo volvieron a trasladar, y esperó que llegara una nueva carta con la nueva dirección. Y esa carta no llegó nunca, pasaron los años y el niño se convirtió en un hombre. 
Trasteando en su baúl de la infancia, él encontró las cartas de ella y los recuerdos lo invadieron, "¿Qué habría sido de Eli?" Se llevó las cartas, y se puso a buscarla por Internet y cual fue su sorpresa que ella vivía en su misma cuidad. Le mandó una solicitud de amistad. Pero pasaron las semanas y no recibió respuesta. Bueno lo había intentado, no insistiría. Salió a dar un paseo y había una chica de pelo castaño y ojos verdes que miraba con curiosidad su casa, al acercase a ella, se quedó sin palabras, era Eli, "¿Ale?" lo había reconocido. Se acercaron y ella se lanzó a sus brazos, él se quedó sin aliento, por dios, esa sensación que sintió cuando tenía diez años se destapó y resurgió en su corazón como un torrente de agua de manantial, pero ahora se mezclaba con el  fuego y la pasión que su niño desconocía. Eli no se lo podía creer, lo había encontrado, ella jamás lo pudo olvidar, era su amor de la infancia, y al abrazarlo fue como un resurgir, el sentimiento no se había desvanecido, al contrario, explotó en su pecho lleno de luces de fuegos artificiales. Y ocurrió como en la infancia, a partir de ese momento no dejaron de verse, y se convirtieron en uña y carne, y esa unión se selló con un beso que los llevó a otros y al fundirse en cuerpo y alma, esta vez las tres partes de él, y las tres partes de ella formaron un todo. El niño, el adolescente y el adulto se amaban en un sólo ser.




© LOLA SÁNCHEZ

domingo, 22 de febrero de 2015

Día 19 de Febrero 2015.EL JUEGO DE LA VIDA.


El JUEGO DE LA VIDA


Se habían destruido el uno al otro, esa destrucción los llevó a retornar, una y otra vez hasta que aprendieran la lección, la enseñanza más grande es amar a través del conflicto. Sus almas eran de la misma familia de almas. En las esferas más elevadas, ambas se reían de sus avatares en la tierra, porque los vehículos no se movían como ellos se creían y el que lo manejaba todo eran ellas desde los planos más sutiles. Se dañaban, se odiaban, incluso casi se matan, como en otros tiempos más remotos y todo para aprender a escuchar sus almas, y para sacar toda esa belleza que tras muchas capas de suciedad y de afiladas aristas con cada vida se iban puliendo hasta hacer que sólo la luz brillara en el interior de cada uno, y si eso ocurría a nivel consciente se manifestaría en el exterior inundando a todo el entorno y al prójimo. Las pruebas no eran fáciles, todo un proceso hasta que ambos estuvieran preparados para encontrarse y estar juntos. Aún así la preparación era necesaria, vida tras vida y cuando se encontraban se disparaba una fuerte energía que los dejaba paralizados, sumergidos en una burbuja que los aislaba del mundo, hasta que tocaban tierra y se tenían que separar. Y la separación era toda una tortura para ambos, sólo podía ser aliviada entrando cada uno en su templo más sagrado, en su corazón, allí al conectar con lo que eran toda ignorancia como el odio, el deseo, la posesión, el rencor, el egoísmo, la desesperación, la rabia, la tristeza, la envidia, todo aquello que hacía que esa luz dejara de brillar desaparecía, para que la verdad se manifestara, el amor que va más allá de toda situación y toda circunstancia. Y descubrir eso los liberaba a ambos, y a la vez los vinculaban para la eternidad. Sus almas se reían del juego de la vida. 




© LOLA SÁNCHEZ

Día 18 de Febrero 2015. FALSA PARTIDA.




FALSA PARTIDA

Ella se tuvo que alejar de él, y al hacerlo se sintió como una miserable, y él hizo lo mismo. La crisis se había apoderado de ellos, y ahora la subida sería casi imposible. A veces jamás se vuelve a subir. Ella tenía demasiadas heridas en el corazón, demasiado peso, y lo tenía que echar como fuera. Olvidar no podría y lo sabía, pero tenía que pasar página, retomar su camino aunque se quedara con aquellos sentimientos para siempre en los sótanos del alma. Una brecha de distancia se abrió entre ambos, como si la tierra se hubiera abierto desgajada por un seísmo, volar en ese momento no era posible, y la tristeza era su compañera. Sólo el silencio reinaba entre ellos, un silencio que los asesinaba poco a poco. La incomunicación los llevo a una mayor lejanía, ya parecían estrellas separadas por millones de kilómetros. Aquel día ella decidió enmudecer para siempre. Él desconfiado era pura ausencia, puro frío invernal, y ella aceptaba esa situación con resignación se sentía culpable por lo ocurrido. Llevaban muchas noches sin sentirse, y ella se iría por la mañana temprano con los primeros cantos de los pájaros. En plena madrugada él entró y se acostó a su lado la trajo para abrazarla, y todo ese hielo que había entre ambos, se fue derritiendo. Ella se giró para acurrucarse en su cálido pecho, lo había añorado tanto... tantísimo.  A veces parece que el amor se escapa como el agua entre los dedos, como el aire que no se puede agarrar, desaparece en mares de confusión, en situaciones complejas y difíciles. A veces, crees que lo pierdes, que dejas de amar de la noche a la mañana. Jamás se deja de amar, cuando es un amor que llega del alma, todo lo que se amó se sigue amando de alguna forma, aunque ya no esté entre nosotros de forma física, queda la grabación, queda la esencia que sabe que todo retorna como las estaciones del año, como los ciclos geológicos, todo rota, y todo está en movimiento, y en medio de esos cambios siempre queda algo permanente. El calor derrumbó las barreras y bajo todas aquellas capas de sucio ego, de cargas pasadas, comenzó a brillar en ambos el amor incondicional que se tenían desde el principio de los tiempos. Ese amor va más allá de las circunstancias, ese amor vive más allá de la distancia y del tiempo, pues no hay olvido para el amor incondicional, y siempre permanece aletargado hasta que de nuevo se despierta para inundarlo todo.





© LOLA SÁNCHEZ

sábado, 21 de febrero de 2015

Día 17 de Febrero de 2015. VOLVER AMARTE.



VOLVER AMARTE.

Él no dejaba de pensar en ella, jamás la podría olvidar, quizás porque fue la única que lo amó más allá del ego, más allá de lo tangible. Lo amó entre la linea de lo real y en otras dimensiones. Sus exigencias los separaban y las circunstancias, aún así se arrepentía de no haberla amado más, habían perdido mucho tiempo enojados, sobre todo él por desearla con tantas ansias que prefirió dejarla ir, retirarse y seguir su camino. En ese proceso ambos se habían hecho mucho daño, y él se sentía como un miserable, como un diablo que había destrozado a una bella luz que se encontró en el camino. Se había retirado porque jamás la podría amar como a una amiga, ni como una hermana, no podía amarla así, jamás, porque soñaba cada madrugada con besar sus labios hasta desgastarlos, porque una caricia de ella lo elevaría a las cimas de las montañas, porque la deseaba tanto que dolía. Y ese deseo lo destrozaba y la había destrozado a ella. Al fin al cabo el amor va más allá del deseo, y la amaba por encima de todo. El dios del tiempo hizo que ambos se volvieran a encontrar. Y ella tenía unas circunstancias diferentes a las de su pasado, volvería a pedirle que lo amara, aunque no sabía si eso sería posible, quizás ella se habría olvidado de él, quizás aún quedaban heridas por sanar. ¿ Se arriesgaría de nuevo ahora que todo estaba en su favor? Por su alma se arriesgaría de nuevo, por su alma volvería a ella una y otra vez,  no lo podía remediar. Ella jamás lo pudo olvidar, sí, como hacerlo si nadie la había amado como él, y ahora se encontraba libre, y a pesar del tiempo, él era su tesoro oculto. Se volvían hablar, y para ella era como si todas las heridas que se hicieron por la impotencia de no poder estar juntos desaparecieran, aunque ella dudaba que él la amara como antes, quizás jamás lo podría recuperar, pero aún así si él le pedía volverla amar ella le diría que sí, ahora si que no le podría negar nada, y no lo haría, como hacerlo, ahora no se podría negar a nada y si antaño lo negó se engañó y se destrozó así misma, ahora lo comprendía todo, él era su alma y no lo podía remediar.




© LOLA SÁNCHEZ


Día 16 de Febrero 2015. EL PRIMER BESO.




EL PRIMER BESO

Miriam recordaba, aquel increíble verano, y como todos los periodos estivales la magia podría surgir. Sus padres habían decidido irse de vacaciones a la costa, sólo por una semana. Había cumplido catorce años en junio, se sentía incomprendida, y aislada del mundo. Sólo quería estar sola, pues no soportaba a la mitad de sus conocidas, todo el día conectadas en las nuevas tecnologías que ella sólo usaba para leer y estudiar. Sólo tenía una amiga igual que ella, eran las raritas, las frikis, se sentía que no encajaba en el mundo. Sonría al verse ahora ya adulta y rememorar aquella semana era hermoso. Siempre llevaba un libro encima, y pasaba horas y horas en la sombra sumergida en los mundos literarios. Le gustaba el sonido de las olas del mar, pues la ayudaban a soñar y a sentir más esos personajes que se apoderaban de ella como auténticas posesiones demoniacas. Hasta que una tarde paseando por la orilla decidió adentrarse para estar totalmente sola en una cala. Sí, todo parecía en calma y la soledad del lugar la reconfortaba. Se puso a leer absorta en una escena donde aparecía un hermoso chico desnudo en la playa, la autora lo describía de tal forma que la dejó sin respiración, fue su primera experiencia sexual que se acentuó cuando alzó la mirada para ver el sol como se sumergía bajo el mar como una hermosa gema oro rubí. Lo vio salir del agua, tendría más o menos su edad, y era igual que lo que acababa de leer. Su corazón se le iba a salir por la boca, dios, ese personaje existía de verdad, allí estaba, ajeno a su presencia. O por lo menos eso se creyó ella al observarlo casi oculta del sobresalto que se llevó. El chico se envolvió en su toalla y miró hacia donde estaba ella. Le entró el pánico y salió corriendo, sin darse cuenta que se había dejado el libro allí. A la mitad de camino se volvió no podía dejar su libro allí, y menos sin saber el final. Y mientras se acercaba, lo vio, ella se quedó parada, él llevaba su libro. En ese instante quiso que la tierra se la tragarse estaba como una amapola. Él llegó a su altura 
" Me lo leí hace unos meses, el final lo esperaba de otra forma, pero me gustó" le dijo entregándole el libro. Ella no se podía creer que un chico como él leyera, y que encima le gustara. "Gracias" fue lo único que pudo salir de su boca."Soy Juan, supongo que está aquí de veraneo, si quieres podemos quedar mañana a la misma hora en la cala para hablar de libros, si te apetece". Y claro que le apetecía, y así fue, al día siguiente se volvieron a ver, y al otro, y al siguiente. Hablar con él era lo mejor del día. Hasta que llegó su partida. "Mañana te vas, ¿no?" él la miraba con suma atención "Sí, Juan, quiero que sepas que me ha encantado conocerte y haber compartido estos días contigo" ella apenas lo miraba a los ojos sentía mariposas en su estómago cada vez que lo hacía. "No te han besado nunca, ¿verdad?" al mirarla sus mejillas parecían dos rosas rojas "Veo que no, Miriam ¿ Quieres que te bese? porque yo me muero por hacerlo y más al saber que no te veré nunca más", nerviosa le respondió " Bueno estaremos en contacto por internet y..." él  la besó sin esperarlo, fue un beso que ahogó sus palabras, al separarse fue ella la que lo buscó de nuevo con sus labios y esta vez sus lenguas se enredaron y fue mucho más profundo. El primer beso es incómodo y maravilloso, como la primera vez que te lanzas al agua de una piscina, te da miedo y a la vez te atrae. Una vez que lo haces ya no puedes parar, y siempre desearás que te vuelvan a besar, pues es la droga más fuerte que existe, y Miriam lo supo desde aquel primer beso, ese que jamás pudo olvidar en la vida, ni al chico de la playa. Ahora ese recuerdo hacía que resurgiera de sus cenizas, y más porque de nuevo se volvían a encontrar con Juan, tras muchos años sin verse, ¿ volverían a besarse? ella lo esperaba como agua de mayo.


© LOLA SÁNCHEZ

viernes, 20 de febrero de 2015

Día 15 de Febrero de 2015. REPETIRÍA.



REPETIRÍA


Jamás había amado a nadie como la amaba a ella. Y sabía que jamás volvería amar así. Como era posible, amar tanto si a penas la había tocado, si ni siquiera la había visto, sólo una vez. Cómo se había vuelto loco por unos besos y unos abrazos que lo devoraban día y noche. Y sentirla cada día como un fantasma encadenado a él, eso lo desconcertaba. El hecho que su conexión no fuera física era lo que lo dejaba sin defensa, que su contacto con ella fuera en otros niveles lo debilitaba y a la vez lo fortalecía. Caminar por su sendero, sin ella, era lo más doloroso que había sentido y a la vez el hecho de haberla conocido, de haberla acariciado, de haberse perdido en el brillo de sus maravillosos ojos por un sólo instante había sido lo más hermoso que había vivido jamás, si volviera atrás repetiría, a pesar del desgarro que jamás se cerraría en su corazón. Sólo ese encuentro que tuvo con ella fue lo que le dio vida aunque ahora muriera en agonía. Volvería una y otra vez, sólo para conocerla, sólo para sentirla, pues ella era la única que lo completaba, nada y nadie lo conseguiría ya que ella era su propia versión de sí mismo en femenino, era su alma gemela. La buscaría una y otra vez, hasta que estuvieran preparados para vivir una vida de plenitud juntos. La había amado con locura, la amaba y la amaría por siempre. Se había alejado de ella porque la vida los separaba, pero no estaban a distanciados del todo, no, seguían amándose como auténticos maníacos a otros niveles, y allí ella y él siempre serían uno del otro, allí él le demostraba que no la dejaría nunca y ella le demostraba a él que lo amaba con toda su alma, hasta que esa realidad se plasmara en la tierra que pisaban. 




© LOLA SÁNCHEZ


Día 14 de Febrero 2015. SAN VALENTIN.



SAN VALENTIN


Nuria, se preparaba para ir a la cena de San Valentin. Se había puesto su vestido favorito, rojo pasión, llevar una prenda de ese color representaba el amor. Se retocó los labios antes de salir de casa. Y dando un paseo tranquilo sobre unas calles mojadas de un frío febrero, llegó al restaurante de siempre, su mesa ya estaba preparada. No le faltaba ningún detalle. La vela en el centro con un par de Rosas. Habían muchas parejas alrededor celebrando ese día tan especial. Ella sólo esperaba la carta. Un atractivo camarero le entregó el sobre y con suma amabilidad le tomó los datos de la cena. Él estaría en el otro lado del mundo haciendo lo mismo que ella, cada año quedaban en el mismo sitio, se mandaban indicaciones para cenar los dos juntos, a pesar de la distancia de miles de kilómetros, para ello usaban las redes sociales. Este era el tercer año que lo hacían. Era un amor especial y único, jamás se habían visto, sólo hablaban una vez a la semana por teléfono, y las nuevas tecnologías las usaban, pero siempre para San Valentin hacían algo diferente, y este año la citación sería por carta ordinaria. El camarero volvió, no debía abrir la carta hasta terminar de cenar. Estaba super nerviosa "¿Qué esperando a su amado?" ella lo miró extrañada, en los dos anteriores años jamás un empleado de ese establecimiento le había preguntado nada. El caso era que ella agradecía la pregunta, así mataba sus nervios. "Mi amado viene en esta carta" le respondió con orgullo, " Pues me parece que su amado es un completo estúpido, no comprendo porque no viene en persona, usted posee la sonrisa más bonita que he visto en mi vida" ella se quedó sin palabras,  intentaba ligar con ella, "Gracias por el cumplido, pero resulta que él está en el otro lado del mundo y no tenemos otra forma de estar juntos, por ahora..." éste insistió "lo siento, señorita, pero sigo pensando que es un completo idiota", ella se puso a la defensiva " Pues si lo vuelves a insultar me quejaré ante su superior por ser un grosero" la sonrisa de él y su mirada de pícaro la enfureció mucho más. Cómo se atrevía a juzgar a alguien que ni siquiera conocía y a meterse donde no le importaba. Comió poquísimo, estaba demasiado ansiosa por abrir la carta, y en apenas media hora había terminado de cenar. Aún le quedaba el postre. El insoportable regresó para retirarle los platos. "¿ Aún no has abierto a su amado?" preguntó con esa arrogante expresión que ella empezaba a odiar. " No pienso abrirla delante de usted, es más no la abriré hasta que no desaparezca de mi vista" la sonrisa de él se evaporó y se puso muy serio "Mis disculpas, señorita, me retiro de inmediato"  y desapareció entre las puertas de la cocina. Ella suspiró aliviada, por fin se había quitado a ese pesado de encima. Con manos temblorosas abrió la carta, había otro sobre dentro, cerrado, con la indicación "Abrir al final"
"Mi luna, de nuevo este es nuestro tercer año cenando en la distancia, es duro tenerte lejos de mi, cada vez es más complicado, pero sé que el tiempo nos dará la oportunidad y por mucha distancia y obstáculos que nos imponga la vida, sé que terminaremos juntos, y sé que el día que nos veamos cara a cara está muy cerca. No he querido que nos vieramos por Webcam, porque mi intención era que te enamoraras de mi por lo que soy, al igual que yo de ti, no por el físico. Hoy es un día especial, y por eso mi regalo de San Valentin está en este sobre. Sí, no te preocupes, sé que el camarero que te está atendiendo es un auténtico capullo, (ella soltó una carcajada, en voz alta, al leer aquello) lo sé porque hablé con él antes de que la carta llegara a tus manos. En el sobre está tu postre. Ábrelo y disfrútalo. Mientras ella abría el sobre el insolente sirviente se acercó a la mesa," Señorita, ¿Qué desea de postre?" ella lo ignoró, hasta que fijó sus ojos en el contenido del sobre. Él le enviaba una fotografía para que ella supiera por fin como era su aspecto físico. La foto cayó al suelo, "¡Dios! estaba delante de ella" había cruzado medio mundo para verla y hacerle el regalo más hermoso de San Valentin. Él al ver que lo reconocía le sonrió como al principio, y a ella le pareció el hombre más atractivo del planeta, tanto que se levantó, lo abrazó fundiéndose a él en el beso más devastador que un hombre pudiera recibir de la mujer que amaba. Y el sorprendido fue él, ese fue el regalo de ella, un presente que a ambos se les quedó grabado de por vida en sus almas.


© LOLA SÁNCHEZ

martes, 17 de febrero de 2015

Día 10 de Febrero 2015. PREDESTINADOS.


PREDESTINADOS

Su alma vivía dividida, entre varios mundos. Ella jamás se imaginó que al conectar ambos mundos se quedara sin ganas de vivir, en un momento de transformación y de cambio interior que la estaba volviendo loca. Se sentía desintegrada entre ambas realidades. Él se había despedido en uno de esos mundo, y ella moría por eso, era tan frustrante no poderle decir que lo amaba, porque no lo podía tener en ese momento, mientras en el otro mundo se amaban con locura, como nunca habían amado. Cuando él le decía allí "Te amo" ella le respondía con la misma intensidad, no paraban de besarse, de abrazarse, enredados con una pasión y un deseo que los elevaban a lo más bello y sublime. Sin embargo, si se lo decía en la tercera dimensión ella no podía responderle, como él solicitaba, y así ella se iba apagando cada vez más. Él le dijo que no la necesitaba, y ella sabía que era mentira, al igual que ella se engañaba al dejarlo ir, su alma seguía conectada a la de él, por mucho que luchara era inmutable, su mente no mandaba en eso. "No quiero mitades", afirmación de él que ella comprendía, sólo tenía la esperanza que el tiempo pusiera las cosas en su sitio, si estaban predestinados nada ni nadie los podría separar en realidad. No tenía fuerzas en ese momento para tomar una determinación, y el entorno la arrastraba por ahora a una dirección, que por lo pronto seguiría hasta que ella volviera a ser ella, pues no se reconocía y necesitaba que todo se transformara  y fluyera para regresar a sí misma, pues siempre había sabido que todas las respuestas a ese enigma que estaba viviendo con él estaba dentro de su corazón, en su propio ser.  





© LOLA SÁNCHEZ

viernes, 13 de febrero de 2015

Día 13 de Febrero 2015. AMARME.



AMARME

Ella se estaba lastimando así misma, había decidido un camino lleno de espinas, se había enredado en una tormenta que la arrastró a un amor tortuoso, era demasiado doloroso, y ya tenía que parar para escuchar a su corazón, intentar repararlo y seguir adelante. Miraba a todo el mundo menos a ella, el miedo a ser rechazada, señalada y repudiada por los demás la superaban, su fidelidad a sus principios era extrema pero eso también la limitaban a sentir lo que le gritaba su ser cada día, su necesidad de estar con él, de escucharlo cada día, su necesidad que él le dedicara sólo unas letras, ya con eso era dichosa. Se había olvidado que todo empieza primero por uno mismo, se había perdido en el exterior, y su poder lo tenía desperdigado por todos aquellos que amaba, ella a penas podía decidir, por este motivo salió del camino de zarzas, y  comenzó a retirarse las espinas, la sangre brotaba a borbotones y el dolor era insoportable. Ella le había pedido a él que la abrazara y él se negó, nadie lo hizo, así que hizo lo que debería haber hecho hace tiempo abrazarse así misma, y poco a poco esas heridas se fueron sanando, el sol y el entorno era su medicina natural. A los meses siguientes recuperó su estado natural. Ahora podía elegir que camino seguir, sabía que si volvía al sendero que estaba ya marcado volvería a caer en la trampa del dolor. O iniciar un camino nuevo por el medio del bosque, donde nada está trazado y predeterminado. Permaneció quieta para escuchar su corazón y apreciar lo que le decía. Sus pasos se dirigieron de nuevo al camino conocido, se giró y se impulsó para correr libre hacia las profundidades de la vegetación , hacia el enigma de lo desconocido, que pocos se atrevían a indagar y a descubrir.


© LOLA SÁNCHEZ


jueves, 12 de febrero de 2015

Día 12 de Febrero 2015. DIFERENCIA ENTRE TU Y YO.



DIFERENCIA ENTRE TU Y YO

Eran polos opuesto. El era puro calor, ella puro hielo. Como era posible que dos mundos en contraste se encontraran en un cruce de caminos. Habían coincidido en un momento del espacio   y del tiempo que los llevó amarse con locura y a odiarse con amargura. Es difícil encontrar el equilibrio, pues todo comienza por mirar dentro. Y entre esos contrastes se fueron uniendo, y dejando en cada corazón  una huella imborrable para la eternidad en la tierra donde el amor incondicional hace que todo permanezca. Y cuanto más intentaban olvidarse más se necesitaban, y cuanto más se resistían a sentir, más se amaban. Y tras mucho tiempo discutiendo y mirándose el uno al otro sin saber por qué les ocurría eso , volvieron a verse para entender que a pesar de las diferencias de ambos, en esencia eran iguales. En apariencia eran diferentes, desde sus pensamientos, forma de enfocar la vida, gustos y forma de amar, pero el amor por muchas caras que en apariencia tenga siempre es amor, no cambia, es lo que da sentido a la existencia y lo que la sustenta. Y aquellas palabras que se dijeron un día, de amarse para siempre, más allá de toda circunstancia y apariencia, más allá de lo imposible, se convirtió en una realidad. Ya que estaban destinado a encontrarse una y otra vez, con caras diferentes, vidas opuestas, y en escenarios nuevos. Habían sido familia de sangre en vidas pasadas, desde hermanos, padre e hija, abuelo y nieto, amigos del alma, y pareja. Todo para manifestar el AMOR en mayúscula.



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miércoles, 11 de febrero de 2015

Día 11 de Febrero 2015. HASTA EL FIN DEL MUNDO.




HASTA EL FIN DEL MUNDO.  


Ella lloraba, lloraba bajo un manto de lluvia en la noche. Se sentía totalmente desamparada, había dejado que él se fuera, era demasiado dolor, demasiado complejo para continuar. Ahora tendría que sanar esa herida, que no paraba de sangrar. Ella sabía que no podría dejar de amarlo, jamás, como borrar un sueño de verano, como hacer que se desvaneciera unos hermosos ojos pardos, y unas cálidas manos. Se quedaría con todo lo bueno, de él, con las risas, las largas charlas en la tarde, y las noches de pasión bajo el calor de las estrellas de agosto. Se quedaría con las promesas que se hicieron en aquellos meses, con los abrazos y los besos que la llevaron a los templos sagrados de la llama violeta. Se quedaría para siempre con su profunda voz, con su sonrisa. Si en ese momento se terminara el mundo, él sería su último deseo. Jamás lo podría odiar, aunque se dijeron cosas horribles, porque la rabia de no poder estar juntos los cegó muchas veces. Lo llevaría como un tesoro unido a su alma, la afinidad se manifestaba siempre de esa forma. La nieve caía, para conservar lo que debe ser guardado, y ella permanecía inmóvil, sus lágrimas se habían convertido en lágrimas de hielo, con una de ellas, escribió un mensaje sobre la fría nieve, para que él lo leyera cuando llegara el momento, se volvía a citar con él en el templo de San Germain, ahí sus almas volverían a encontrarse para no separarse nunca más.




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martes, 10 de febrero de 2015

Día 9 de Febrero 2015. EL GUARDIÁN II.



EL GUARDIÁN II

Tras la partida de Julian, Diana, se quedó sin esperanzas de volverlo a ver en la vida. Encima se casaba al día siguiente, y todo su pensamiento estaba sólo en él, a penas conocía a su futuro marido, era amable y cariñoso con ella, pero no sentía por él lo que sentía por Julian. Y no podía huir, cómo hacerlo, sabía que él se había ido a la guerra. Se quedaría con el recuerdo de esos besos para el resto de su vida y continuaría su propio camino, intentaría enamorarse de su marido. Diana se casó, y a los pocos meses de contraer matrimonio, su esposo tuvo que unirse a la guerra, se había extendido por todo el norte y el rey reclamaba a todos sus nobles para el combate. Y ella sintió la partida de su esposo, que se había ganado un hueco en su corazón y más ahora que estaba esperando un hijo de él. Los meses pasaron y Diana dio a luz a una hermosa niña, y fue en aquellos días de suma felicidad ante su maternidad cuando recibió la fatídica noticia, su marido había caído en la batalla. El vacío y el dolor la inundaron, ahora la única que le daba fuerzas para seguir viviendo era su hija. Regresó con su familia, conservando todas las propiedades de su marido. Al poco tiempo de terminar la guerra, estando ella en casa de su padre, ante un banquete, llegaron nuevos invitados al castillo. Diana creyó morir cuando lo vio entrar por la puerta, Julian junto con otros caballeros, había sobrevivido. Todo lo que guardó como un tesoro en su alma volvió a la luz, el corazón le latía acelerado, las manos les sudaban y un hormigueo le recorría el estómago hasta el pecho, sobre todo cuando él la miró de arriba a bajo. Julian se había convertido en un noble, el rey lo había recompensado con tierras y un título nobiliario, lo hacía con sus mejores guerreros. En el banquete Diana, no dejaba de mirarlo, y él sólo le dirigía de vez en cuando una mirada fugaz, pero llena de una intensidad que quemaba. Entre la conversación que tenía con su padre, Diana creyó morir cuando se enteró que él se había prometido. Le cambió la cara, él supo al momento que ella no se encontraba bien. Se retiró del salón con la cara desencajada. Julian, se preocupó de inmediato por ella, y le preguntó a su padre por ella. Diana había salido al patio, detrás de la torre del homenaje había un pequeño jardín donde se quedó apoyada bajo un viejo árbol. Había luna llena, y al mirarla sus lágrimas brotaron, era injusto que ahora que lo volvía a ver, estuviera prometido estando ella disponible. "Mi señora" escuchó la voz de él llamándola, él estaba allí. "Julian...", intentó limpiarse las lágrimas de su rostro... "Aún lo amáis, ¿verdad?" él se acercó para observarla mejor, estaba como la recordaba hermosa como el mar. "No sé a que te refieres" esas palabras la delataron "Si no estáis llorando por vuestro difunto esposo no sé por qué lo hacéis" era increíble lo que la conocía, no había perdido su habilidad para leerle el rostro, ella estaba igual que aquel último día que la vio, fue como si el tiempo no hubiese pasado. Su rostro al mirarlo era de disgusto " Estoy bien  lord Julian,  no te preocupes se me pasará" ella le estaba mintiendo, "Entonces le diré que estoy prometido, y que en la próxima primavera contraigo matrimonio" su cara se transformó "No me importa nada Lord Julian, haga con su vida lo que le de la gana" se lo dijo casi gritando, descubriendo así que sus lágrimas eran por él. Ella quiso huir, pero él la detuvo sujetando su mano y la atrajo hacia su cuerpo para luego como hizo aquella última vez devorarle los labios. Y ella respondió a sus apasionados besos con todo su corazón. Se besaron como lo hacen los amantes que llevan siglos sin verse, ni sentirse, saboreándose muy despacio, y a la vez con una intensidad que los hacía arder. "Mi señora, ¿crees que la he olvidado?, me he enterado que habías enviudado hace a penas dos minutos, y sospeché que estabas indispuesta por ese motivo, y tu rostro me ha hablado y es por otro, no me equivoco nunca contigo, te conozco como a la palma de mi mano"   ella de nuevo lo miró con cara de preocupación " Tengo una hija..." el la abrazó "¿Y crees que es un inconveniente eso? Te amo Diana, nunca he dejado de amarte,y todo lo que sea tuyo es mío, lo amo como propio. Sabes han pasado muchas mujeres entre mis brazos, pero ninguna que me haga arrodillarme de amor, sólo tu consigues eso, ¿sabes cuantas veces te he soñado? En la batalla la única que me daba fuerzas eras tu . Romperé mi compromiso y te haré mi esposa, si tu me aceptas".Ella lo miró con un brillo muy especial "Yo tampoco he dejado de soñarte, y jamás he podido olvidarte, te dí por perdido, y al verte otra vez ha sido como si no hubiese pasado el tiempo, Julian, te amo con toda mi alma, y sí, acepto su proposición".


© LOLA SÁNCHEZ

domingo, 8 de febrero de 2015

Día 8 de Febrero 2015. EL GUARDIÁN.



El GUARDIÁN


Él era su protector, la primera vez que la vio, pensó que era  una cría frívola y caprichosa. Su padre le había encomendado esa labor. Pero la niña fue creciendo, él sólo se limitaba a vigilarla, sobre todo cuando tenían que salir fuera del recinto del castillo. La niña pecosa y de cabellos pelirrojos se convirtió en el ser más hermoso de la tierra para él, y no fue sólo por su físico lo que hizo que el corazón de su guardián se derritiera al estar cerca, su espía personal la conocía muy bien, todo, sus gustos, lo que leía, lo que pensaba, ya que tras las puertas siempre estaba él, sigiloso, atento a cada palabra de ella. Y sin embargo, ella lo sentía como un extraño, ya que el porte serio y abrumador de él, un hombre que medía cerca de dos metros le producía sumo respeto. Si sentía cierto misterio por él, porque ella no era tonta y sabía que siempre estaba al acecho, siempre, muy cerca de ella, y eso le producía mucha tranquilidad, se sentía protegida y segura gracias a él. El tiempo pasó y las costumbres de la época hicieron que ella se prometiera con un hombre de su misma clase social. Él, su guardián se fue tragando lo celos, la rabia, todo, se había enamorado de ella de una forma brutal, ella sería siempre su gran amor, siempre, aunque hiciese su vida con otra mujer, jamás podría amar a nadie como a ella. Ella era una estrella inalcanzable. Ahora la protegería su esposo y él quedaría apartado de su luna para siempre. Ella se casaba al día siguiente, y ya no la volvería a ver jamás, recogía sus cosas, ahora tendría que retomar su camino, probablemente iría a la guerra, se recompensaba a los mejores con tierras y tenía que hacer su vida. "Julian" escuchó a su espalda, era ella, y estaba preciosa como el mar iluminado por las estrellas. "Mi señora, ¿ Qué le ocurre?" la conocía a la perfección y tenía el semblante lleno de tristeza y preocupación. Ella se acercó, " Sólo quiero que sepas, que te extrañaré muchísimo, y agradecerte que me hayas protegido durante estos años" su corazón le palpitaba en las sienes, estar cerca de él la alteraba, la atraía como una mariposa nocturna a la luz. Ella le acarició el  brazo, él no pudo resistirse, la agarró y la estrechó sobre su pecho para luego devorarle esos labios que lo volvían loco. Ella se aferró más a él, jamás la habían besado, y él la hacía volar, respondía a sus besos con la misma pasión, con el mismo deseo, flotaron juntos como si fuesen dos águilas cruzando el firmamento, era como llegar al centro del sol y que toda su energía los colmara de dicha y plenitud. Él la soltó de inmediato, " Mi señora perdóname, por lo ocurrido" ella se quedó paralizada, él la había llevado al paraíso con esos besos. El semblante de ella volvió a la preocupación. "No te preocupes mi señora, él te protegerá, yo he terminado mi servicio, sé feliz con tu esposo, y olvida lo ocurrido" dijo mientras se montaba en su caballo. "Julian, por favor..." Él la interrumpió en seco, "no puedo estar contigo y lo sabes, estás prohibida para mi, por favor, sé feliz, yo lo intentaré", ella estaba apunto de romper a llorar, por dios, la conocía como a su sombra. Y antes de partir para siempre él le dijo " Te amo mi señora, con toda mi alma, y eso no cambiará nunca, espero que eso te consuele, es lo único que me mantendrá vivo". Y se alejó de su vida, marcándola para siempre pues jamás sentiría lo mismo por otro hombre, ella lo sabía, jamás.



© LOLA SÁNCHEZ

   

sábado, 7 de febrero de 2015

Día 7 de Febrero de 2015. MORIR POR AMOR.



MORIR POR AMOR

Aquella madrugada volvió a despertarse, volvió a sentir su llamada como cada madrugada, no, no podía acudir, ambos habían decidido alejarse el uno del otro, y sin embargo ambos se seguían llamando desesperados en la distancia, como si la necesidad de sentirse aún no se hubiera ido, y no, no se había ido. Ella sentía como si su respiración se agotara, madre mía, y él había creído que no lo amaba. Su estado de ánimo le indicaba todo lo contrario, jamás amó a nadie como a él, y lo que le dolía era la impotencia de no haberle correspondido como se merecía, las circunstancias se lo impedía... Había llorado ríos de lágrimas por él, en silencio, a ocultas para que nadie la descubriera, y el dolor del pecho siempre estaba. Aquella madrugada fue como una muerte lenta y agónica, tan dura, era tan fácil acudir hasta él, tan fácil volver a mandarle un mensaje, diciéndole que no podía seguir así, que se moría de verdad, porque eso era lo que le estaba ocurriendo fenecía en vida, como una flor expuesta al abrasador sol, él la cuidaba, la hacía sentir única y bella. Él la enamoraba con su sola voz, con su protección, lo necesitaba como el agua, como a su propia sangre, pero él le había negado todo, y ahora ella comprendía lo que él sentía por ella, lo comprendía... Su ausencia era la misma muerte, porque él seguía vivo, presente en cada minuto de su vida, su nombre resonaba como un eco en su mente cada minuto, cada segundo, había perdido al gran amor de su vida, y por eso ella estaba condenada para el resto de su existencia, condenada a amarlo siempre sin tenerlo, condenada y sola, rodeada de gente y sin embargo vacía, sin él, perdida, sin él. Estaba pagando todos lo errores que había cometido, creía que lo olvidaría que se le pasaría el enamoramiento, y por eso lo rechazó muchas veces, tantas, que él le dio la espalda, y al hacerlo todo se le volvió en su contra, lo amaba y lo amaría para siempre y esa verdad la estaba matando día a día. Él se lo advirtió y no le escuchó, ahora agonizaba como un pez fuera del agua... Eso era morir teniendo el corazón aún latiendo, ahora tendría que asumir las consecuencias para el resto de sus días, que serían grises y tristes, lo que le ocurría era que se estaba muriendo por su amor.



© LOLA SÁNCHEZ





viernes, 6 de febrero de 2015

Día 6 de Febrero del 2015. OCULTO.



OCULTO


Sofía, miraba dentro, porque en su interior estaba aquello que se había callado y él no sabía. Se habían alejados, y sólo los reproches fueron lo último que se dijeron. Mientras ella se enfocaba en sacar algún aprendizaje de todo lo ocurrido él se enfocaba sólo en lo negativo, quizás porque es más fácil amordazar el amor con los errores y la ignorancia. Sofía había ocultado muchas cosas, sus verdades como puños él no las sabía, y aunque las supiera el había tomado la decisión de caminar su propia senda. Ambos no habían estado a la altura de la situación, compleja, y sumamente delicada, como siempre el ego ganó la partida, y ambos salieron perdiendo. Él creía que todo había sido un engaño, que ella jamás lo amó y nada más lejos de la realidad, lo amó y aún lo amaba. Era como si una Rosa muy roja se hubiese quedado sin florecer en su pecho, como si la brisa del viento se hubiese quedado atrapada en las ramas de un viejo árbol. Así tenía su corazón helado, y dentro de ese hielo llevaba una esfera donde se podía ver esos sentimientos que guardaba para ella, para la eternidad y que sólo le pertenecía a él por derecho, se lo había ganado. La conquistó poco a poco, como se conquista una nueva tierra, y sembró, deseos, ilusiones, noches de pasión y promesas. Se había enamorado de su alma, de lo que no se vé y si él hubiese insistido una sola vez, sólo una, ella hubiera terminado por sucumbir postrada antes él, pero la batalla la ganó los miedos, las falsas apariencias, los malentendidos, las desconfianzas y la cobardía. Ella hizo lo último, humillarse ante él para que no la dejara, y ante su rechazo su frágil corazón se rompió en miles de trozos vidriados, el dolor fue insoportable, horrible escucharlo, como lobos en pena en la media noche, como un alarido desgarrador que la partía por la mitad. Lo más sorprendente que tras, la impotencia, tras la rabia, tras la desesperanza que todo eso le producía, ella lo seguía amando, y lo amaría eternamente porque ella sabía que sólo el amor podría sanarla, el odio sólo la mataría, y la indiferencia la enterraría. Ella lo amaba así, porque su amor no era terrenal, no pudo serlo, sólo se completó en otros niveles de realidad, pero ella lo buscaría una y otra vez para completar lo incompleto, así se lo pidió a su alma y ella le respondió que sería así ya que eran la misma esencia,  ambos  tenían la misma afinidad. 



© LOLA SÁNCHEZ



Día 5 de Febrero 2015.AMOR VERDADERO.



AMOR VERDADERO

Mientras se miraba al espejo, supo que algo no iba bien, a parte de la presión en medio del pecho y de la angustia que le entró, ella sentía que moría por momentos. Estaba inquieta, y mientras el día avanzaba la inquietud aumentaba. Su nombre le venía una y otra vez a su cabeza, dios, seguro que le había pasado algo, esa intranquilidad la llevaban a perder el control de su propio cuerpo y la ansiedad se apoderó de ella. Sabía que le había ocurrido algo y no se equivocó. La noticia le vino con un mensaje de él, y ella siempre que le daban una noticia de ese calibre se quedaba en estado de shock. Luego reaccionó y lo llamó llevaban tiempo sin hablar, y fue como si todo lo que se quedó sin concluir y en el aire volviera a surgir, como si las agujas del reloj no hubiesen pasado. Y sólo escucharse ya era un presente del cielo. Si había pasado meses parecía que había sido ayer cuando habló con él. De nuevo él la buscaba, la necesitaba, y habían quedado que si se necesitaban de verdad se llamarían y volverían a conectar otra vez. Era inevitable, ya que ambos buscaban el apoyo y la protección mutua, como si fueran familia, y lo eran, del alma. Por eso les pasaba eso, habían puesto tierra por medio, para hacer cada uno su vida, a pesar que ambos sentían algo único e irrepetible la vida les había puesto una dura prueba de obstáculos, y decidieron tomar cada uno su camino, sólo cuando fuera necesario por una emergencia real se volverían  a hablar.  Y al hacerlo fue como si no lo hubieran dejado nunca. Y ella, al sentir todo de nuevo, decidió dar el paso que con anterioridad no pudo dar, iría a verlo como fuera, pero iría, él estaba pasando un mal momento y ella podía desplazarse. 
Y cuando se vieron, fue aún más intenso, sólo se habían abrazado un par de veces en el pasado, y desde que ambos cuerpos se entrelazaron para saludarse, no pudieron separarse. Ambos se miraban sin apenas pestañear para no perderse nada de cada rasgo del otro. "¡Estas aqui!" él la miraba con suma adoración y no se creía que ella estuviera de nuevo entre sus brazos. "Te dije que siempre que me necesitaras estaría, acudiría, la familia del alma se apoya mutuamente, siempre". Y entre risas, y largas conversaciones ambos se pusieron al día, ella lo tocaba con suma naturalidad y él a ella, la energía que se fue desprendiendo fue tremenda y cuando llegó a su apogeo se besaron como nunca, con todo su ser. "Ahora si que no, cariño" susurró dándole un tierno mordisco en el labio inferior " Ahora si que no, ¿qué?" y ella le respondió "Ahora si que no podré dejarte, no, esto no es normal y si tu quieres lo dejo todo por ti" él la miró con ojos brillantes "por fin, amor, por fin..." y la volvió a besar con más pasión y desenfreno. "Esto no nos lo esperábamos, ¿verdad, amor?" él la miro con mucha ternura "Yo si, jamás he dejado de amarte, jamas mi vida, por eso sabía que esto pasaría"




© LOLA SÁNCHEZ

miércoles, 4 de febrero de 2015

Día 4 de Febrero de 2015. DOLOR EN EL CORAZÓN.



DOLOR EN EL CORAZÓN.


En su corazón un dolor que la partía por la mitad, la aislaba de la realidad. Jamás pensó que sentiría un dolor tan terrible, escuchar sus palabras al otro lado de la línea, su despedida, como era posible, había cometidos tantos errores, tantos. Le había pedido que lo olvidara como si eso fuera posible. ¿Se puede olvidar lo que es tuyo?, ¿lo que te pertenece más allá de la eternidad?, ¿se puede olvidar un espíritu afín?, ¿un ser que pertenece a tu familia del alma?; no, no se puede, aunque te lo propongas, y ella lo sabía. La impotencia se había apoderado de ella, pues no podía moverse de donde se encontraba, sólo deseaba que él volara hasta donde ella se encontraba para mirarlo a los ojos de nuevo, para sentirlo, abrazarlo y decirle que siempre lo amaría. Ella que se la daba de maestra, y que lo ayudó en su día dándole lecciones, resultó ser al revés con el tiempo, el que le estaba dando una gran lección era él, y el que la sanaba de sus errores era él, se había convertido en su hombre medicina, ni él ni ella eran consciente de esa realidad. El deseo de entregarse sin reservas a él lo guardaría para nuevos horizontes, ya que la situación era insostenible, por eso ese dolor en su pecho tan enorme como gritos de aves que rompen el  azul del cielo. Lo amaba con toda su alma, y no podía moverse, comprendía su despedida y su marcha, pues se había resistido a esa verdad, y ahora era demasiado tarde. Aún así ella tenía la capacidad de guardar bajo llave en el sótano de las moradas interiores ese amor, no, no podía dárselo a nadie como él le pidió, no, no podía entregar ese amor porque ese amor tenía dueño. Quedaría apartado para nuevos comienzos, nuevas etapas, o nuevas vidas, hasta que lo volviera a encontrar, hasta volver a coincidir en la rueda de la vida. Le hizo una promesa aquella noche de luna llena, esa donde él vio la luna llorar, esa donde ella lloró con Selene diciéndole que le entregaría todo cuando las circunstancias fueran favorables. Se condenaba de por vida a conservar un amor por ahora imposible, confiaría en el universo, y en sus guías que le gritaban que él siempre la vigilaría, la cuidaría en la distancia, como un guardián en celo, pues unas de sus misiones era protegerla, protegerla hasta de si misma, así la amaba, pues eran verdad las palabras que un día él le dijo: "Recuerda, como yo te amo nadie en esta tierra te amará".



© LOLA SÁNCHEZ

martes, 3 de febrero de 2015

Día 3 de Febrero de 2015. PARA ELLA QUE YA TIENE ALAS.



PARA ELLA QUE YA TIENE ALAS


Hoy mis personajes se quedaron en el cajón, porque quiero hacerle un homenaje a mi tía que ya nos ve desde el otro lado, porque sé que ellos no se van, y permanecen a nuestro lado en los momentos más difíciles, como ángeles guardianes, y porque tanto a ella como a mi padre les debo mi forma de ver la vida, mi sentir, y mis valores que desde muy pequeña me inculcaron. Hoy os habla Lola, para sacar de adentro lo bueno de aquellos que se van demasiado pronto, por lo menos siempre nos parece que el tiempo es tan breve y tan efímero cuando alguien a quien amamos se nos va de esta dimensión. Y ella al igual que mi padre, me enseñó a ser "buena persona", por lo menos a intentarlo, porque a veces hacemos daño sin darnos cuenta a los demás, o estamos confundidos y nos equivocamos, nadie es perfecto, aún así mi padre siempre me decía que hay que pedir perdón, y mi tía era igual que él en ese sentido, siempre procuraron llevarse bien con todo el mundo, respetar las decisiones del prójimo aunque no estuviéramos de acuerdo, y sobre todo a amar al prójimo, ayudando, apoyando, escuchando en todo lo que estuviera en su mano, ellos siempre cumplían el refrán " Haz el bien, sin mirar a quién". Jamás escuché de los labios de mi padre y de mi tía un "odio a tal persona", jamás escuché "ojalá se muriera tal o cual", supongo que ellos sabían y así me lo decían " Que lo que le deseas al vecino te viene a ti de camino", y jamás juzgaban o prejuzgaban, preferían ver, oír, y callar. Quizás por eso de cada persona que me encuentro en mi camino, voy quedándome con lo mejor, pues sé que tenemos muchas capas, y no es fácil mirar más allá de las falsas apariencias para ir a las profundidades de cada ser. Como siempre digo, el ego, nos juega muchas veces malas pasadas, y cuando viene una enfermedad o una muerte repentina se acabó el ego, y sale nuestro ser auténtico ese que está dentro de nuestro corazón y es puro amor, ese que nos hace entregarnos a los demás de forma incondicional, ese que es capaz de ponerse en la piel del otro y comprender su situación, para que tendamos nuestras manos amorosas y lo levantemos, siempre que el otro esté dispuesto a ser ayudado.  Negar la palabra a alguien siempre lo último, si se hace porque no quede más remedio, pues mi padre decía que la vida puede que te ponga en el camino de nuevo a esa persona, y el que se supone que te dio la espalda te puede sorprender cuando más lo necesitas, y viceversa. Pues él decía, los amigos de verdad siempre estarán en los peores momentos, y el que no está es que no fue realmente tu amigo. Que a veces las apariencias engañan por eso hay que dar segundas oportunidades, y a veces hasta terceras, y si algo se termina mejor terminarlo bien que como gallos en pelea. Y es cierto que cada persona que se cruza en tu vida deja algo de ella en ti, y tu algo de ti en ella, por eso sé que nada se pierde, que todo es una continua transformación y aquellos que amamos con el alma no se desvanecen. Este verano pasado hice un taller de regresiones y supe que esa parte que hay dentro de nosotros la llamada chispa divina o de consciencia, jamás cambia, y nos vamos reencarnando una y otra vez. Vivir aquella experiencia, y otras que algún día os contaré, hizo que cambiara mi percepción de la vida. Por eso sé que las despedidas son temporales, las que se hacen en esta vida, y las que se hacen cuando esa persona ya no está entre nosotros. Sé que volveré a ver a mi tía con los ojos del alma y al resto de mis seres queridos. Sé que a todo aquel que he amado en otras vidas, que amo ahora y que amaré en el futuro nos volveremos a encontrar, para experimentar nuevos roles, nuevas pruebas y retos. Esto es un teatro, como dice mi profesor de yoga, o una escuela, como dice mi maestra del alma, cada vez estoy más convencida de ello, aunque esa es mi verdad, y respeto aquellos que no la compartan, la verdad puede tener muchas caras y ser siempre verdad, depende desde el punto en que la veas... Y aún así tras todos sus espejos siempre hay una única esencia, la que vive en todos los corazones, en cada roca, flor, ser vivo y estrella, ahí todo es lo mismo, todos somos iguales, todos estamos unidos y conectados. Y esto último hasta que no lo experimentes no sabes que es así. Hoy me siento triste porque sé que en esta vida ya no volveré a ver ni a escuchar a alguien que me trajo al mundo, ya que estaba a los pies de mi cama cuando llegué aquí, me vio crecer y me vio madurar, alguien que dejó sus frutos en mi corazón, dulces como el almíbar. Y al cerrar los ojos la veo sonreír, libre, de dolor y de la maldita enfermedad que la tenían atrapada en un cuerpo que ya no daba más de sí. La veo esplendorosa, junto a mi padre, el resto de mis tíos y junto a mis abuelos. Siento sus carcajadas como pájaros trinar, y el resto de mi familia los escucho cantar flamenco, bajo un olivar frondoso de verde irreal, cantando y bailando como en las fiestas familiares de mi infancia. La siento con todo su amor, protectora y maternal, tierna y compasiva. Sus alas doradas vuelan alrededor de los que la lloramos aquí, su mensaje nada es lo que parece, no nos vamos seguimos aquí al lado, no estáis solos, nada se pierde, todo se transforma, todo continúa. 




© LOLA SÁNCHEZ