domingo, 22 de febrero de 2015

Día 18 de Febrero 2015. FALSA PARTIDA.




FALSA PARTIDA

Ella se tuvo que alejar de él, y al hacerlo se sintió como una miserable, y él hizo lo mismo. La crisis se había apoderado de ellos, y ahora la subida sería casi imposible. A veces jamás se vuelve a subir. Ella tenía demasiadas heridas en el corazón, demasiado peso, y lo tenía que echar como fuera. Olvidar no podría y lo sabía, pero tenía que pasar página, retomar su camino aunque se quedara con aquellos sentimientos para siempre en los sótanos del alma. Una brecha de distancia se abrió entre ambos, como si la tierra se hubiera abierto desgajada por un seísmo, volar en ese momento no era posible, y la tristeza era su compañera. Sólo el silencio reinaba entre ellos, un silencio que los asesinaba poco a poco. La incomunicación los llevo a una mayor lejanía, ya parecían estrellas separadas por millones de kilómetros. Aquel día ella decidió enmudecer para siempre. Él desconfiado era pura ausencia, puro frío invernal, y ella aceptaba esa situación con resignación se sentía culpable por lo ocurrido. Llevaban muchas noches sin sentirse, y ella se iría por la mañana temprano con los primeros cantos de los pájaros. En plena madrugada él entró y se acostó a su lado la trajo para abrazarla, y todo ese hielo que había entre ambos, se fue derritiendo. Ella se giró para acurrucarse en su cálido pecho, lo había añorado tanto... tantísimo.  A veces parece que el amor se escapa como el agua entre los dedos, como el aire que no se puede agarrar, desaparece en mares de confusión, en situaciones complejas y difíciles. A veces, crees que lo pierdes, que dejas de amar de la noche a la mañana. Jamás se deja de amar, cuando es un amor que llega del alma, todo lo que se amó se sigue amando de alguna forma, aunque ya no esté entre nosotros de forma física, queda la grabación, queda la esencia que sabe que todo retorna como las estaciones del año, como los ciclos geológicos, todo rota, y todo está en movimiento, y en medio de esos cambios siempre queda algo permanente. El calor derrumbó las barreras y bajo todas aquellas capas de sucio ego, de cargas pasadas, comenzó a brillar en ambos el amor incondicional que se tenían desde el principio de los tiempos. Ese amor va más allá de las circunstancias, ese amor vive más allá de la distancia y del tiempo, pues no hay olvido para el amor incondicional, y siempre permanece aletargado hasta que de nuevo se despierta para inundarlo todo.





© LOLA SÁNCHEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario