domingo, 8 de febrero de 2015

Día 8 de Febrero 2015. EL GUARDIÁN.



El GUARDIÁN


Él era su protector, la primera vez que la vio, pensó que era  una cría frívola y caprichosa. Su padre le había encomendado esa labor. Pero la niña fue creciendo, él sólo se limitaba a vigilarla, sobre todo cuando tenían que salir fuera del recinto del castillo. La niña pecosa y de cabellos pelirrojos se convirtió en el ser más hermoso de la tierra para él, y no fue sólo por su físico lo que hizo que el corazón de su guardián se derritiera al estar cerca, su espía personal la conocía muy bien, todo, sus gustos, lo que leía, lo que pensaba, ya que tras las puertas siempre estaba él, sigiloso, atento a cada palabra de ella. Y sin embargo, ella lo sentía como un extraño, ya que el porte serio y abrumador de él, un hombre que medía cerca de dos metros le producía sumo respeto. Si sentía cierto misterio por él, porque ella no era tonta y sabía que siempre estaba al acecho, siempre, muy cerca de ella, y eso le producía mucha tranquilidad, se sentía protegida y segura gracias a él. El tiempo pasó y las costumbres de la época hicieron que ella se prometiera con un hombre de su misma clase social. Él, su guardián se fue tragando lo celos, la rabia, todo, se había enamorado de ella de una forma brutal, ella sería siempre su gran amor, siempre, aunque hiciese su vida con otra mujer, jamás podría amar a nadie como a ella. Ella era una estrella inalcanzable. Ahora la protegería su esposo y él quedaría apartado de su luna para siempre. Ella se casaba al día siguiente, y ya no la volvería a ver jamás, recogía sus cosas, ahora tendría que retomar su camino, probablemente iría a la guerra, se recompensaba a los mejores con tierras y tenía que hacer su vida. "Julian" escuchó a su espalda, era ella, y estaba preciosa como el mar iluminado por las estrellas. "Mi señora, ¿ Qué le ocurre?" la conocía a la perfección y tenía el semblante lleno de tristeza y preocupación. Ella se acercó, " Sólo quiero que sepas, que te extrañaré muchísimo, y agradecerte que me hayas protegido durante estos años" su corazón le palpitaba en las sienes, estar cerca de él la alteraba, la atraía como una mariposa nocturna a la luz. Ella le acarició el  brazo, él no pudo resistirse, la agarró y la estrechó sobre su pecho para luego devorarle esos labios que lo volvían loco. Ella se aferró más a él, jamás la habían besado, y él la hacía volar, respondía a sus besos con la misma pasión, con el mismo deseo, flotaron juntos como si fuesen dos águilas cruzando el firmamento, era como llegar al centro del sol y que toda su energía los colmara de dicha y plenitud. Él la soltó de inmediato, " Mi señora perdóname, por lo ocurrido" ella se quedó paralizada, él la había llevado al paraíso con esos besos. El semblante de ella volvió a la preocupación. "No te preocupes mi señora, él te protegerá, yo he terminado mi servicio, sé feliz con tu esposo, y olvida lo ocurrido" dijo mientras se montaba en su caballo. "Julian, por favor..." Él la interrumpió en seco, "no puedo estar contigo y lo sabes, estás prohibida para mi, por favor, sé feliz, yo lo intentaré", ella estaba apunto de romper a llorar, por dios, la conocía como a su sombra. Y antes de partir para siempre él le dijo " Te amo mi señora, con toda mi alma, y eso no cambiará nunca, espero que eso te consuele, es lo único que me mantendrá vivo". Y se alejó de su vida, marcándola para siempre pues jamás sentiría lo mismo por otro hombre, ella lo sabía, jamás.



© LOLA SÁNCHEZ

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario